Y un año más, la Velá de Triana

Sevilla entera se prepara para este próximo fin de semana para el comienzo de la Velá de Santa Ana, la fiesta grande del barrio de Triana, que año tras año proporciona en estas fechas unos días de ocio y asueto con este hermoso barrio y el río Guadalquivir como telón de fondo. Son unos días especiales para todos los habitantes de Sevilla, aunque por supuesto todo el que llega puede disfrutar como enano de su programa de actividades y diversiones.

El que esta fiesta se celebre en pleno verano, con los estudiantes y muchos trabajadores ya de vacaciones, es una de las razones por las que es tan popular, ya que todo aquel que aún no ha salido de la ciudad, y todo aquel que ha llegado, pueden pasar unos días muy entretenidos. Para mí son unos días especiales, y siempre ha sido así, sobre todo cuando de jóvenes mis amigos y yo nos pasábamos allí los días y casi todas las noches, porque aquello es el mejor lugar y momento para ligar en Sevilla en pleno verano ( y como picadero, ya os digo que no tiene precio).

La Velá de Triana, celebrada allí por la presencia del templo dedicado a Santa Ana que es la patrona del barrio, tiene su origen en el siglo XIII. El rey Alfonso X visita la pequeña capilla de la santa, donde se alivia de un problema ocular al tocar la mano de la imagen, y entonces decide construir un templo en su honor; a partir de entonces, cada año por el día de la santa, el 26 de julio, se velaba su imagen en este lugar. Y por supuesto, sabiendo el carácter fiestero de los habitantes de la ciudad, el jolgorio se fue uniendo poco a poco a esta cita religiosa, con lo que en poco tiempo se convirtió en una fiesta también profana.

Las diversiones en la ribera del río Guadalquivir entretenían a las familias en este día tan especial, y las atracciones acuáticas poco a poco fueron haciéndose parte vital de esta fiesta. Pero si algo hay que resaltar es el juego de la cucaña, que el año pasado cumplió un siglo desde su primera aparición en la famosa Velá, y que se ha convertido en la atracción más característica de esta celebración. Mucho os podría contar sobre mis experiencias sobre esto, pero mientras tanto, no dejéis de visitar Triana en estos días, y así también tendréis mucho que contar.

Aquí sí hay playa, dicen los sevillanos

Como en aquella famosa canción veraniega de  Los Refrescos, lo mismo que en Madrid los ciudadanos de Sevilla no tenían más remedio que decir «Aquí no hay playa». Y al igual que los madrileños, podían presumir de monumentos, paisajes, edificios modernos, historia… pero al llegar el verano ( que aquí no llega precisamente en agosto, sino que ya sentimos su llegada desde el mes de mayo) había que resignarse y buscar alivio contra el calor de mil maneras, pero nunca con la ayuda del agua, el sol y la arena… hasta ahora.

Desde finales de julio, Sevilla disfruta de su nueva playa. Sí sí, no es coña, realmente, no hay que hacerse ya un viaje de dos horas para poder mojar los pies en las olas; eso sí, este agua no es salada, sino dulce, procedente  cómo no del Guadalquivir (aviso por si hay algún exquisito que quiera entrar en el detalle. Y es que una dársena del río ha permitido construir  Sevilla Beach, un complejo de actividades veraniegas al lado del río, con piscinas, terrazas, y una superficie de arena conocida como playa urbana.

Realmente, la iniciativa tuvo gran éxito en su primer día de apertura, justo acabadas las clases, el 23 de junio. Y es que, cuando recuerdo mis años mozos, no me cuesta nada ponerme en el lugar de un montón de chicos y chicas jóvenes, que en pleno corazón de Andalucía van a poder disfrutar de ese ambiente festivo y ligón que hasta ahora sólo tenían los lugares de costa. Resulta difícil creer que Sevilla pueda convertirse en una de esas pintorescas localidades de playa, pues está cerca de ser una de las ciudades más modernas de España; pero al menos, en los alrededores del Guadalquivir, los jóvenes van a poder sentir esa sensación de expectativa que siempre se tiene en un día de playa.

Aún recuerdo cuando era joven, y con mis amigas cogíamos el autobús desde el centro de la ciudad hasta la playa más cercana, seguramente en Cadiz o Huelva. Nos pegábamos un madrugón impresionante, pero allá que íbamos con nuestra mochila cargadas de bocadillos, cocacolas y alguna que otra chuchería, amén de nuestras toallas, el bronceador y el bikini más sexy que hubiéramos encontrado. Porque no nos engañemos, más que remojarnos en el mar, lo que queríamos era enseñar palmito, y para eso nada como pasearte por delante de los grupos de chicos, o tumbarte en la arena cerca de donde ellos jugaban un partido de voleybol. Aunque bueno, no voy a dar ahora una leccion de ligoteo juvenil, seguro que todos, vosotros y vosotras, sabéis de lo que estoy hablando.

Así que me alegra bastante que ahora esto esté al alcance de todos los jóvenes sevillanos, porque lo bueno de quedarse en la capital es que, si el ligue prospera, siempre se puede quedar para esa misma noche, cuando el sol ya no te derrita y se pueda disfrutar de una terracita, ¿o no?